jueves, 29 de agosto de 2013

CasaSur Art Hotel cumplió sus primeros 5 años

El famoso y más lujoso hotel Boutique de Recoleta, Buenos Aires, celebró sus primeros 5 años. Desde su apertura en 2008 el hotel marcó tendencia y se diferenció del resto de los hoteles boutique por brindar realmente un servicio 5 estrellas a sus huéspedes. Fue también el primer hotel en calificar a la exclusiva Cadena de Prestigio Small Luxury Hotels of the World (slh.com). El look & feel del hotel, la tecnología, los detalles en cada rincón, la propuesta gastronómica de excelencia, hacen sentir que la hospitalidad volvió a ser lo que solía ser. Desde el Blog de SER saludamos a nuestros clientes por estos primeros 5 años de éxitos y satisfacciones.

martes, 20 de agosto de 2013

Venta de Hoteles



Por más de 25 años nuestra consultora se especializa en el asesoramiento integral para grupo inversores que buscan oportunidades de negocios en la Argentina y en todo el Continente Americano.

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miércoles, 7 de agosto de 2013

El Hotel Llao-Llao cumple 75 años.

SAN CARLOS DE BARILOCHE.- Difícil describir en pocas palabras lo que se siente al caminar por los pasillos del Llao Llao. Las paredes recubiertas en madera, los pisos tapizados de alfombras señoriales, el aire a grand hôtel de montagne, a historia. Porque si hay algo que deslumbra más allá de la magnificencia de su estructura por dentro, y de sus paisajes bellísimos por fuera, es que el Llao Llao tiene historia. Y tiene algo más, que se percibe tan genuino como el ciprés que envuelve sus salas. El Llao Llao tiene alma. Una que lo vio nacer con la omnipotencia de un gigante, lo vio desaparecer en llamas y resurgir de entre las cenizas. Este año es especial: se festeja el 75° aniversario, que si bien fue en enero se viene celebrando durante todo el año y en diciembre se cerrará con un gran evento. La celebración de este ave fénix de los hoteles es también el festejo de un mito en pie que hace a la historia de Bariloche. El año 1934 marca un antes y un después en la historia de Bariloche: llegó el ferrocarril y se creó el Parque Nacional Nahuel Huapi. Así nació la idea de mostrarle al mundo estas maravillas naturales en la Patagonia argentina, y el proyecto de un hotel internacional enclavado en ese paisaje. Exequiel Bustillo encabezó el grupo que decidió la zona donde iba a construirse. La colina entre los lagos Nahuel Huapi y Moreno, en el área de Puerto Pañuelo, no pudo ser más perfecta. Alejandro Bustillo, arquitecto y hermano de Exequiel, ganó el concurso de proyectos para construirlo y puso como condición hacer el trabajo ad honórem. La obra fue inaugurada el 9 de enero de 1938. Un año y medio después, el 26 de octubre de 1939, marcó la tragedia: un incendio destruyó el edificio. Se cree que pudo haber sido un cortocircuito o el descuido de uno de los vigiladores. En 1940 se reabrió el hotel, tal como siempre se había soñado: un emblema del lujo, de Bariloche al mundo. Desde sus comienzos hospedó a presidentes, diplomáticos, miembros de la aristocracia y huéspedes ilustres. Vio la gloria y el brillo, pero inexplicablemente, también su contracara. A fines del invierno de 1978, por falta de inversiones y mantenimiento, cerró. Fue en julio de 1993 cuando volvió a nacer, una vez más, pero tal como se lo conoce, con el concepto de hotel y resort. En 2007, además, se inauguró el Ala Moreno, a orillas del lago que lleva el mismo nombre, y con un estilo de líneas modernas muy elegante, pero que no opaca su histórica y más tradicional Ala Bustillo. De las 205 habitaciones totales, 43 pertenecen al ala nueva. Como en casa En tres cuartos de siglo, un hotel tiene miles de historias para contar. Puede que el Llao Llao se guarde unas cuantas entre sus paredes, pero otras tantas salen a la luz. "La gente que viene al hotel lo siente como su casa. Los que vienen hace años piden siempre la misma habitación y hasta tienen a su personal favorito", explica Guillermo Bianchi, jefe de Banquetes y Convenciones desde hace doce años, y un libro abierto de anécdotas. El Llao Llao es una especie de Torre de Babel durante todo el año, con un promedio de 50% de ocupación nacional y un 50% extranjera. Relatos de excéntricos sobran. Como el del huésped misterioso, que terminó siendo un desafío para todo el staff. "Alguien hizo una reserva por Internet de la habitación presidencial por un mes. Era difícil creer que iban a ocupar el cuarto más caro del hotel durante tanto tiempo, pero todo se confirmó cuando llegó el caballero ucraniano, seguido de su secretaria y su instructor de esquí. Él se hospedó en la presidencial y asignó para sus acompañantes habitaciones individuales, además de una extra para... jugar a la Playstation", recuerda Bianchi. Pero no todas son historias de millonarios excéntricos. "Hay generaciones enteras de familias que se hospedan en el hotel, como una señora que viene desde niña y hace poco festejó aquí, con toda su familia, los 70 años de su marido", agrega Bianchi. Hay, también, historias que parecen de novela, como la del matrimonio mayor de norteamericanos, que visitaba el hotel todos los años. "El señor era fanático de la pesca y salía todos los días con su guía y volvía, religiosamente, con una trucha." Todos creían que más que la pesca en sí, su placer estaba en llegar al hotel con la trucha en la mano, para contar la hazaña primero y luego, para pedirle especialmente al chef cómo quería que se la cocinara ese día. La mística de un hotel como este se completa con... fantasmas. Y las historias son muchas: la más famosa es la de los pasos que se oyen en el cuarto piso del Ala Bustillo por la noche. Dicen que los vigiladores los oyen a veces por cámaras, pero cuando quieren comprobar quién está ahí, no hay nadie. Tarifas: desde $ 1963, en base doble, hasta el 19 de agosto. Incluye desayuno buffet, Wi-Fi, actividades recreativas, uso libre del Health Club & Fitness Center, Hospitality Lounge en la base del Cerro Catedral y traslados diarios Fuente: lanacion.com.ar. Periodista: D. Dini

martes, 30 de julio de 2013

VENDO HOTEL EN BUENOS AIRES - OPORTUNIDAD





En Nueva York, dormir al aire libre bajo las estrellas es el último gran lujo que ofrecen los grandes hoteles en sus techos con terrazas y jardines, una nueva forma de disfrutar los míticos rascacielos de Manhattan.


La idea es que el visitante contemple la belleza de la noche neoyorquina desde su cama o tienda de campaña sin los filtros artificiales de una ventana o el aire acondicionado.
En un cielo donde la polución, las miles de luces de neón y los impresionantes edificios impiden ver la mayor parte de las estrellas, los rascacielos iluminados se convierten en una galaxia aparte.
"Hemos querido identificar algo que pueda dar a nuestros clientes una oportunidad de vivir una experiencia completamente única, algo que no encontrarían en otra parte", explica Elana Friedman, del grupo de residencias y hoteles de lujo AKA.
Bajo la majestuosa silueta de los rascacielos de Midtown, el AKA Central promete, a cambio de 1.995 dólares la noche, una habitación "cinco estrellas" en el piso 17 al aire libre, con cama "Queen size", cena con velas, fuego en la chimenea y un telescopio gigante para admirar los particulares astros de la ciudad que nunca duerme.
Acompañados de música jazz, brasileños, australianos, dubaitíes e incluso neoyorquinos de vacaciones disfrutan de lo que los especialistas del turismo llaman "gampling" urbano o camping con "glamour", muy lejos de la poesía más simple pero también menos confortable de una noche en el bosque o el desierto
"Después de esta experiencia, no quiero nunca más ir de campamento como antes", comenta Jennifer Semeter, una cliente todavía fascinada.
La idea surgió en 2011, cuenta Susana Ramos, de Affinia Gardens, otro hotel que propone este tipo de alojamiento. "Nuestros clientes ya no querían estar encerrados y deseaban aprovechar la brisa de verano", recuerda.
Su hotel propone pasar la noche en una tienda de campaña, linterna en mano, en el jardín de una suite del Upper East Side, con precios desde 309 hasta más de 700 dólares, según la temporada.
Al ver la cama doble instalada al aire libre en el hotel Affinia, a la tenue luz de una vela y con una botella de vino blanco frío, Jeff Jungbeker apenas disimula su placer.
"Todo es tan alto, tan estrecho, tan concentrado... Es bastante loco poder estar al aire libre en Nueva York en una tienda de campaña", dice este turista holandés de 42 años.
A pesar de que todavía son pocos los que ofrecen este tipo de experiencia, los hoteles de la Gran Manzana no hacen más que seguir una tendencia más amplia de regreso a las azoteas, afirma Michael Luongo, experto en turismo.
Desde la época en la que los poetas de la Beat Generation, deslumbrados por las luces de la metrópolis, clamaban "¡La ciudad es nuestra!" de lo alto de las escaleras de emergencia en los años 1950, los neoyorquinos nunca dejaron de admirar sus estrellas.
Además, desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, "el valor de la línea de rascacielos de Manhattan aumentó", sostiene Luongo. "Uno de los grandes observatorios de la ciudad desapareció y aprendimos a apreciar más lo que tenemos", explica.
Para los turistas, una noche entre los astros neoyorquinos es inolvidable, continúa Luongo. "Al fin y al cabo no hay nada que defina mejor Estados Unidos que sus rascacielos, es nuestro aporte a la arquitectura, nuestra herencia", concluye.

Fuente: Diario RioNegro.com.ar